La toxina botulínica es una sutancia que se inyecta para bloquear las señales que emiten los nervios hacia los músculos generando una paralización temporal de los mismos, lo que hace que las arrugas que se generan por su contracción se hagan menos notorias. En España hay varias marcas aprobadas para su utilización en tratamientos de estética.
El efecto de la aplicación dura de cuatro a seis meses, y sus eficacia comienza a ser perceptible tras aproximadamente una semana de la inyección. El dolor del tratamiento es leve y se aplica una anestesia en crema media horas antes para que sea aún menor.
El tratamiento con toxina botulínica suele aplicarse en el tercio superior de la cara, para las arrugas de entrecejo, de la frente y laterales de los ojos, patas de gallo. También se hace para darle forma a lo que se llama el relleno de cejas (modificar su forma para que se eleven) y además se puede usar en la zona del mentón para las arrugas de marioneta, para elevar la postura del labio.
Cabe aclarar que este tratamiento no da volumen, se trata de una neurotoxina, un líquido que se pone que sirve para relajar los músculos, no tiene nada que ver con el ácido hialurónico que tiene un efecto volumen donde se aplica.